Uno de esos días


Parece que al final del día algo se tuerce
pero ahora estoy preparado.

Cojo las riendas apretándolas entre mis dedos,
miro al frente y reconozco el rostro de mi corcel,
un corcel llamado Karma.

Por unos instantes siento temor y desesperanza
pero armándome de valor le susurro al oido,
le suplico que su galopar sea suave, como el viento,
y le prometo que estaré junto a el hasta que lleguemos
al final del camino, a veces temeroso, pero con el
empeño de un aprendiz que quiere saberlo todo
y que siempre sabrá escuchar, lo que casi todo el mundo
solo es capaz de oir.

Cabalga al atardecer, trota por la senda
en la que germina una semilla,
la que durante toda su vida mira al cielo,
la que me hará entender el por qué en estos días
sólo nos consuela mirar hacia arriba.

1 comentario: